Luego de siglos de haber sido tratadas como objetos, las mujeres se
enfrentan al mecánico insulto final en la forma de un derecho
constitucional. La extraña compulsión a favor del aborto es en realidad la
última explotación de las mujeres por parte de hombres inmaduros:
tecnócratas, generalmente embotados con un sentido miope de conciencia
social e incapaces de interpretar o controlar su propia sexualidad.
Los "playboys" del mundo occidental y los autoritarios "adolescentes" del
mundo socialista sacrifican a sus mujeres para preservar sus sueños de
libertad libidinosa. Son las mujeres quienes deben someterse a cirugía una y
otra vez para asegurar este sueño. Hombres llorones se rehusan a tomar
responsabilidad de su conducta sexual.
No es de sorprender que el dinero de la Fundación Playboy ahora compita con
el dinero de la Fundación Rockefeller en promover el concepto de aborto
permisivo. La solución del hombre rico se ha vuelto una solución pueril y
el último vestigio de responsabilidad y compromiso ha desaparecido.
Las mujeres han sido deliberadamente engañadas por una profesión médica
dominada por hombres respecto a que el aborto es meramente anticoncepción un
poco pospuesta. Las serias consecuencias físicas y psicológicas de este
engaño, que sirve para sus propios propósitos, han sido distorsionadas a
pesar de la inmensa cantidad de la literatura médica de los Estados Unidos y
países extranjeros.
Es una vergüenza nacional que el Colegio de Obstetricia y Ginecología
Americana no se encuentre al frente de la lucha contra el aborto. La
profundidad de este engaño ha sido expuesta en dos artículos. El Dr.
Richard L. Burt en su editorial para "Obstetrics & Gynecology" de Abril,
1971, aplica al aborto permisivo el término de "el quinto jinete del
Apocalipsis" cabalgando hambre, muerte, pestilencia y plaga.
Él cataloga los serios efectos secundarios reportados en países escandinavos
y países de Europa del Este con una larga experiencia en abortos legales.
Estos incluyen hemorragia, infección, futuros embarazos que terminan
prematuramente, esterilidad, perforación y secuelas sicólogas de culpa y
depresión.
Esta alarma tiene un eco en otro artículo del British Journal Lancet de
Diciembre 4 de 1971, en el cual el Dr. J. A. Stallworthy explica la
conspiración de silencio acerca de los efectos secundarios del aborto.
Una mínima adherencia al concepto de consentimiento informado es ignorado
por muchos de los servicios y profesores pro-aborto de obstetricia y
ginecología. Este escalofriante fracaso de la profesión médica es más
evidente en el uso continuo del método de aborto por envenenamiento salino.
Médicos norteamericanos enfrentan la condena de este procedimiento por parte
de la profesión médica Japonesa.
Un reporte de Christopher Tietze en Perspectivas Familiares de Planificación
de Octubre de 1971,indica que existe un 22,4 por ciento de complicaciones
serias por usar este procedimiento, una mortalidad y morbilidad innecesaria
que incrimina a la Asociación Médica Americana y al Colegio Americano de
Obstetricia y Ginecología en mala práctica corporativa por no prohibir este
procedimiento.
La mayor tragedia, sin embargo, está en el hecho de que los doctores han
renunciado a su ética para volverse técnicos sociales racionalizando su
posición con clichés temibles y negando su propia ciencia para ajustarla a
vagos imperativos sociológicos. La responsabilidad tradicional en la
obstetricia para dos pacientes ha sido negada por los abortistas cuando el
valor de su práctica médica ha sido el brindar artes de salud al niño en el
útero, tal como con cualquier otro paciente.
Encontramos que los tecnicistas médicos reclaman los cuerpos y órganos de
los niños abortados para experimentación humana, algunos de ellos aún vivos.
¡Qué ecos horribles son estos de un pasado reciente!
¿Qué podemos esperar de una sociedad que puede racionalizar los valores
humanos más fundamentales - el valor a la vida? ¿En que va a convertirse
una profesión médica que sustituye clichés que sirven para sus propios
propósitos en vez de la ética? ¿En que se convertirán las mujeres que han
pedido a las cortes institucionalizar la muerte como una herramienta
legítima para resolver los problemas personales? Una sociedad semejante está
condenada a una espiral sin fin de violencia si la mujer no la cambia.
Las mujeres deben negarle a la violencia un lugar legítimo en nuestra
sociedad al rechazar la primera violencia: el aborto. Las mujeres de esta
sociedad deben decirle a hombres pueriles que el juego se acabó. No pueden
explotar más nuestros cuerpos ni en sus revistas ni en sus hospitales.
Gracias a la Srta. Karina Vargas por esta traducción.